Clasificación de un vino: me gusta, está bien hecho, me emociona

Hombre joven sentado disfrutando y oliendo una copa de vino

Este es mi sistema para describir y clasificar un vino y, sobre todo PARA VER EL NIVEL DE DISFRUTE QUE HE TENIDO CON ÉL, independientemente de sus propias características: afrutado, complejo, con acidez afilada, tánico, largo, etc. Este sistema me sirve para poder resumir el vino que tengo delante, retenerlo en la memoria y poderlo trasmitir al resto de la gente sin palabras raras. Con las palabras «me gusta», «está bien hecho» o «me emociona» puedo explicar cada punto de una forma sencilla y puedo  disfrutarlo sin complicaciones.

Pero estas palabras también pueden servirte para ver como avanzas en tus conocimientos de vino porque empiezas a dar sentido a cada una de ellas.

ME GUSTA O NO ME GUSTA

                Así empieza la mayor parte de las personas a clasificar el vino y a  resumir su disfrute. Normalmente es por el desconocimiento que tenemos. No sabemos poner palabras a lo que percibimos. Al final, ya con conocimientos más sólidos puedes expresar claramente el porqué te gusta ese vino o no, cuáles son sus características concretas y a qué te recuerda.

Mucha gente ha podido beber muchísimo vino y muy bueno. Y probablemente su gusto, ¡qué casualidad!, acabe coincidiendo con lo que sí se podría denominar como un vino bien hecho, un buen vino. Sin embargo, le faltan conocimientos sobre lo que está bebiendo. No sabe expresarlo y, probablemente, tampoco le resulte tan fácil relacionarlo con otros vinos que ya haya probado. Puede llegar a intuir sus parecidos, pero no sabe explicarlos y explicar igualmente a qué le recuerda. Por tanto el  saber de vinos, el saber las palabras exactas de lo que estas disfrutando, te ayuda mucho a apreciar esta experiencia, a entenderla mejor, a recordarla y a fijar más tus conocimientos con cada cata de vino que haces.

ESTÁ BIEN HECHO O FALLA ALGO

                Para poder decir que está bien hecho, nos estamos refiriendo a varios puntos :

  1. Que su elaboración ha sido correcta, aunque todavía no esté en su mejor momento para consumir. No estamos valorando que sea un buen vino. Quizás lo sea en el futuro. Aquí no nos fijaremos en eso. Ni tampoco que esa botella de vino tenga defectos: esté acorchado, no huela a nada, esté oxidado, etc. Los defectos pueden no deberse a la elaboración sino a la conservación de esa botella en concreto. Incidiremos más en aspectos o fallos en el proceso de elaboración del vino: demasiado tiempo con los hollejos que han sacado un vino muy tánico, demasiada acidez o falta de ella, marcado sabor y sensación de madera de la barrica, etc. O si todos los factores se mantienen dentro de unos parámetros «normales» de acidez, tanino y alcohol.
  2. Que refleja lo que el elaborador quería transmitir con él, con sus peculiaridades y personalidad, por lo que ha podido llevar hasta el límite alguno de los elementos del vino.
  3.  Que ya tienes los suficientes conocimientos para explicar lo que percibes y, además puedes empezar a juzgarlo. Bien hecho o mal hecho, hasta cierto punto, va a ser una apreciación personal del catador, salvo cuando el vino tenga defectos graves. Y, por supuesto, lo ajustado y respetado de la valoración dependerá mucho de la experiencia y conocimientos de quien lo dice. Valorar un vino no es una tarea fácil, pero con el tiempo todos vamos desarrollando nuestros propios criterios.

Es  decir un vino está bien hecho cuando:

  • No es un vino demasiado ácido, de uvas vendimiadas demasiado pronto
  • No es un vino pesado, con exceso de alcohol, por uvas demasiado expuestas al sol y al calor que generaron demasiado azúcar
  • No es un vino demasiado tánico porque descansó demasiado tiempo con los hollejos
  • No ha refermentado  en botella, o adquirido demasiado toque a madera de las barricas que anule por completo la fruta, o que no estaban demasiado quemadas las barricas y se ha trasmitido al vino.
  • Tiene una cierta largura, persistencia, que sus aromas  y sabor se mantengan tiempo en tu nariz y en tus papilas gustativas. Atento a ello porque es un indicativo de una uva vendimiada en su mejor momento y de un vino con un proceso de elaboración casi perfecto.
  • También es más o menos ancho en la boca. Es decir, te llena de sabor la boca con más o menos intensidad.
  • Lo que en otras circunstancias se podría clasificar como “defectos” es un efecto buscado por el elaborador. Por ejemplo: un poco de oxidación (ajerezado), el ácido acético un poco marcado (su punto de vinagrillo que a ciertas personas les encanta), acidez afilada y marcada, o presencia de toques de madera sin excederse.

En mi humilde opinión, un vino bien hecho sobre todo es equilibrio. Un montón de notas y sensaciones que conviven sin destacar demasiado las unas sobre las otras. Un vino está bien hecho cuando la acidez, el alcohol y el tanino (en los vinos tintos) están presentes. Pero sin ser una molestia que haga que uno de estos elementos o esté demasiado presente o, por el contrario, no esté nada presente.

Sin embargo ¡¡¡atención!!! Todo puede complicarse y enrevesarse hasta un punto inaudito. Puede que un vino este bien hecho Y NO TE GUSTE, y por el contrario esté, hasta cierto punto, mal hecho y te guste: acidez muy marcada, excesivo acético u oxidación, etc. Y para venir a en revesarlo todo aún más, puede que un vino con defectos o que falla en algún punto de su elaboración maride increíblemente bien con algún plato o guiso en una combinación impensable. Esto es la magia del vino. Sin embargo, este tema da para otro apartado completo.

ESTE VINO ME EMOCIONA

                Este es el punto en el  ya has bebido lo suficiente como para aburrirte, distingues aceptablemente bien un vino bien hecho del que no lo está y ya estás buscando algo diferente. Ya has descubierto, ¡quién te lo iba a decir cuando empezabas!  que hay vinos buenos pero que no te aportan nada. Vinos que no te descubren nada, sino que se parecen unos a otros. Te gustan, están bien hechos, los bebes con cierto gusto, pero sabes  que cuando pase un tiempo no te acordarás de ellos. Por contra, aparecerán esos otros que te asombren, que te saquen de tu rutina por lo peculiares que son. Tienen una chispa, un matiz que, para ti, los separa y los distingue del resto, que encaja especialmente contigo y con tus gustos. Van más allá de gustarte y más allá de estar bien o mal hechos. Son los vinos que te emocionan y a los que das un valor especial.

Los irás descubriendo a lo largo de las catas que hagas. No tienen porque ser vinos caros. Son vinos que para ti destacan sobre la media, te marcan, son un referente y los tienes siempre presentes incluso para valorar a otros vinos en relación a su calidad y precio. Son los vinos para tus momentos especiales y de los que siempre procuras tener a mano una botella. Este es el último criterio que tengo para describir y valorar un vino.

Es absolutamente subjetivo y depende exclusivamente de ti, pero estos son los vinos que marcan tu progreso en el aprendizaje dentro de este vasto y complicado mundo del vino: ya has catado bastante, ya has conocido muchos de los secretos del vino, ya sabes distinguir y seleccionar más allá de lo que te gusta o no y de lo que está bien hecho o no. Ya hay vinos que te marcan con una emoción especial y que, probablemente, te acompañarán siempre. Son los vinos  que TU valoras por encima de su precio.

UN BUEN VINO

                En este punto me gustaría hacer una reflexión sobre lo que es “un buen vino”. Una frase que parece decirlo todo, y sin embargo, no dice nada. Si quien lo dice es alguien que no conoce mucho de vinos, creo que este concepto se mueve más dentro de una convención social.  Se mueve dentro de lo que mucha gente  podría llegar a aceptar como un vino con el que plenamente disfrutarían.  Y además, muchos lo relacionarán con un vino de un valor ya algo elevado, a partir de 15 o 20 euros o dólares.

A no ser que consideres que quien emplea estas palabras sea un buen conocedor del mundo del vino, no hagas demasiado caso a esta expresión.  Quien te las dice, te tendría que explicar claramente porqué lo considera un buen vino.  También encuentro que este concepto puede variar en función de los gustos de cada persona, pero normalmente las palabras “un buen vino”,  dichas por alguien que conoce del tema suelen servir de guía. Otra cosa, como ya hemos dicho, es que el vino te guste o te emocione.

Por eso, atentos a quien pronuncia la famosa frase de “un buen vino”. Es bueno saber si tiene un conocimiento previo sobre vinos o simplemente habla de lo que a la mayoría de gente puede gustar y resulta algo más caro que el resto.